Nacida en la hacienda el Totumo, ubicada en San José de Tiznados, Estado Guárico, el 21 de septiembre de 1773, Matea Bolivar o Negra Matea como se le conoce en la historia, fue una niña esclavizada de la familia Bolívar. Al llegar a la casa de Juan Vicente Bolívar, padre del Libertador, Matea fue bien recibida por la esposa María de la Concepción Palacios y Blanco, al lado de la cual aprendió con esmero el arte culinario y sus postres se hicieron muy famosos. Al lado de la niña Matea estaba siempre Hipólita Bolívar a quien trajeron de San Mateo para amamantar al pequeño Simón. Bolívar parte a España por 3 años en 1799. Matea vuelve a tener contacto con el Libertador cuando éste regresa a Venezuela en 1802 después de casarse con María Teresa del Toro y Alaiza.
“Cuando Matea supo que su amo se había casado y volvía a Caracas, suplicó a su ama, doña María Antonia Bolívar (hermana de Simón) que le permitiera que fuera ella la criada de mano, la que sirviera en aquel joven matrimonio”. Simón se llevó a Matea de vuelta a San Mateo (Aragua), pero poco tiempo después de su llegada, María Teresa, de 21 años, dos más que él, murió el 22 de enero de 1803, a consecuencia de lo que entonces se conocía como “fiebres malignas” (fiebre amarilla o paludismo).
Matea presenció el ataque realista de José Tomás Boves a la hacienda de San Mateo, el capitán Ricaurte prendió fuego a la pólvora el 25 de marzo de 1814, con lo cual pereció él y aquéllos que se hallaban dentro del recinto, pero no lograron llegar a la llamada “casa alta” donde se encontraba la familia de Bolívar. Luego de la invasión y masacre de Boves a Caracas, Bolívar designa a Matea para que acompañe a María Antonia en el exilio en el Caribe que la llevará a Cuba de donde regresaran en 1821, tras el triunfo de Bolívar en Carabobo. Aunque Simón Bolívar decretó la libertad de los esclavizados en 1821, Matea que en realidad no era tratada como esclava por el Libertador, siguió al lado de su familia, como una más.
Cuando se supo en Caracas la muerte del Libertador, acaecida en Santa Marta, Colombia, el 17 de diciembre de 1830, Matea compartió con la familia del héroe muerto la gran pena que los agobiaba. En 1842, estuvo presente al lado del presidente José Antonio Páez en el recibimiento de los restos del Libertador provenientes de Colombia. También acompañó al Presidente de la República, Antonio Guzmán Blanco, cuando trasladaron los restos del Libertador desde la catedral de Caracas hasta el Panteón Nacional, el 28 de octubre de 1876. Matea contaba ya con 103 años. La gente en Caracas se asombraba de la longevidad de Matea.
Matea murió a la edad de 112 años y seis meses, el 29 de marzo de 1886. Sus restos reposaron en la cripta de los Bolívar en la Catedral de Caracas hasta el 8 de marzo de 2017 cuando junto a Hipólita Bolívar y la Jefa Apacuana fueron elevadas al Panteón Nacional.
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