Pedro Camejo mejor conocido como Negro Primero (San Juan de Payara, Venezuela, 1790 - Campo Carabobo, Venezuela, 24 de junio de 1821) fue un militar venezolano quien luchó primero junto al ejército realista para luego pasar al ejército patriota durante la Guerra de Independencia de Venezuela alcanzando el grado de Teniente.
La historia da a entender que el prócer de la independencia Pedro Camejo, conocido como Negro Primero, es apureño cuando dice, que había sido esclavo del rico propietario de Apure, Don Vicente Alfonso, “quien le había puesto al servicio del rey porque el carácter del negro, sobrado celoso de su dignidad, le inspiraba algunos temores” acompañándoles hasta la Batalla de Araure en donde quedó tan disgustado del Servicio Militar y se fue al Apure, en donde permaneció oculto hasta que se le presentó al General José Antonio Páez.
Entre los pueblos de Apure el que cuenta con mayor evidencia, de ser el lar nativo del negro Camejo, es San Juan de Payara. Una de la evidencias es la tradición oral que cuenta que en este pueblo apureño nació el negro Pedro Camejo. De esta tradición seguramente se valió el historiador José Gil Fortoul (1861-1943), para escribir en su libro Historia Constitucional de Venezuela: “El teniente de caballería Pedro Camejo, natural de San Juan de Payara, alistado como soldado en las tropas de Páez desde 1816, era conocido por el apodo de Negro Primero, por ser una de las primeras lanzas llaneras”.
Otra evidencia es un testamento del cual habla Don Manuel Aquino Delgado, de una compra realizada por parte de Don Bernardo Bautista Marrero que vivía en el pueblo de El Calvario, dice que adquirió el Hato Merecure de 58 leguas en San Juan de Payara, propiedad de los herederos de Don Sebastián Mier y Terán.
Al leer la autobiografía del general Páez, podemos decir que Pedro José Eusebio, es sin dudas Negro Primero, escribe Páez que el negro le dijo a Bolívar, cuando este estuvo en San Juan de Payara, en 1818: “Yo había notado, que todo el mundo iba a la guerra sin camisa y sin una peseta y volvía después vestido con un uniforme muy bonito y con dinero en el bolsillo. Entonces yo quise ir también a buscar fortuna y más que nada a conseguir tres aperos de plata, uno para el negro Mindola, otro para Juan Rafal' y otro para mí”. Ahora bien este testamento se puede tomar como documento filiatorio, porque demuestra que Pedro Camejo era natural de San Juan de Payara. También uno de los documentos del Archivo General de la Nación, dice que Camejo: “Vecino de San Juan de Payara, casó con Juana Andrea Solórzano que obtuvo el 47 Montepío Militar, modificado el 52”. Yo me pregunto, si Pedro Camejo hubiera sido de otro pueblo de Apure ¿por qué no se avecindó con su mujer en uno esos pueblos, sino en San Juan de Payara? La respuesta es muy sencilla: Porque Pedro Camejo es natural de San Juan de Payara, como nos lo ha contado siempre la historia.
En el mes de octubre 1816, cuando Páez bajaba a Achaguas después de sus triunfo en el Yagual se le presentó el negro y sus soldados de Apure le aconsejaron incorporara al ejército, pues les constaba a ellos que era hombre de gran valor y sobre todo muy buena lanza. Su robusta constitución se lo recomendaba mucho a Páez, quien a poco de hablar con él, advirtió que poseía la candidez del hombre en su estado primitivo y uno de esos caracteres simpáticos que se atraen bien pronto el afecto de los que los tratan. Después de esto Páez lo admitió en el ejército de Apure a siempre a su lado fue para el general representó una preciosa adquisición.
Desde su incorporación al ejército patriota, Pedro Camejo aprendió “lo que era la patria y que la diablocracia no era ninguna cosa mala”, y consagró su vida a la lucha por la independencia de Venezuela del imperio español, dando pruebas de valor en todos los reñidos encuentros que tuvieron con los realistas. El negro participó en la toma de Achaguas, el 14 de octubre, el 6 de noviembre combate en San Antonio de Apure, el 7 de noviembre combate en Banco Largo, en Apure, en diciembre combate Sitio de San Fernando de Apure, que defendían las tropas del general Ramón Correa, acción que quedó indecisa por no haber tomado Páez aquella plaza, y en cada uno de los encuentros que tuvieron con los realistas, Camejo por amor a la libertad, a si propio y a sus camaradas se lanzaba de primero a luchar como un león, y cuando Páez le increpaba diciéndole que se pusiera detrás de él, solía responderle a Páez con una máxima que inventó él o que copio de otro y la hizo suya: “Delante de mí solamente la cabeza de mi caballo”.
Por esas pruebas de valor y por ser el primero en lanzarse a la pelea sus mismos compañeros le dieron el título de El Negro Primero. Estos se en los momentos de esparcimiento se divertían mucho con él, y sus chistes naturales y observaciones sobre todos los hechos que veía o había presenciado, mantenían la alegría de sus compañeros, que siempre le buscaban para darle materia de conversación. Ese mismo año de su incorporación a las filas patriotas, el negro en compañía del gobernador de Casanare, el Padre Trinidad Travieso intercede ante Páez, en favor del joven teniente José María Córdoba (más tarde sería general de la independencia americana y héroe de Ayacucho) y del capitán Ramón Duran, un Consejo de Guerra los había condenado a muerte por el delito de deserción, pero al fin se les perdonó la vida por esta intercesión.
En el mes de octubre 1816, cuando Páez bajaba a Achaguas después de sus triunfo en el Yagual se le presentó el negro y sus soldados de Apure le aconsejaron incorporara al ejército, pues les constaba a ellos que era hombre de gran valor y sobre todo muy buena lanza. Su robusta constitución se lo recomendaba mucho a Páez, quien a poco de hablar con él, advirtió que poseía la candidez del hombre en su estado primitivo y uno de esos caracteres simpáticos que se atraen bien pronto el afecto de los que los tratan. Después de esto Páez lo admitió en el ejército de Apure a siempre a su lado fue para el general representó una preciosa adquisición.
Desde su incorporación al ejército patriota, Pedro Camejo aprendió “lo que era la patria y que la diablocracia no era ninguna cosa mala”, y consagró su vida a la lucha por la independencia de Venezuela del imperio español, dando pruebas de valor en todos los reñidos encuentros que tuvieron con los realistas. El negro participó en la toma de Achaguas, el 14 de octubre, el 6 de noviembre combate en San Antonio de Apure, el 7 de noviembre combate en Banco Largo, en Apure, en diciembre combate Sitio de San Fernando de Apure, que defendían las tropas del general Ramón Correa, acción que quedó indecisa por no haber tomado Páez aquella plaza, y en cada uno de los encuentros que tuvieron con los realistas, Camejo por amor a la libertad, a si propio y a sus camaradas se lanzaba de primero a luchar como un león, y cuando Páez le increpaba diciéndole que se pusiera detrás de él, solía responderle a Páez con una máxima que inventó él o que copio de otro y la hizo suya: “Delante de mí solamente la cabeza de mi caballo”.
Por esas pruebas de valor y por ser el primero en lanzarse a la pelea sus mismos compañeros le dieron el título de El Negro Primero. Estos se en los momentos de esparcimiento se divertían mucho con él, y sus chistes naturales y observaciones sobre todos los hechos que veía o había presenciado, mantenían la alegría de sus compañeros, que siempre le buscaban para darle materia de conversación. Ese mismo año de su incorporación a las filas patriotas, el negro en compañía del gobernador de Casanare, el Padre Trinidad Travieso intercede ante Páez, en favor del joven teniente José María Córdoba (más tarde sería general de la independencia americana y héroe de Ayacucho) y del capitán Ramón Duran, un Consejo de Guerra los había condenado a muerte por el delito de deserción, pero al fin se les perdonó la vida por esta intercesión.
Fue uno de los 150 lanceros que participaron en la batalla de las Queseras del Medio (2-4-1819). Al día siguiente, en Cuartel General en los Potreritos Marrereños, Bolívar les confirió a los 150 héroes la Orden de los Libertadores de Venezuela con esta hermosa proclama:
“¡Soldados! acabáis de ejecutar la proeza más extraordinaria que puede celebrar la historia militar de las naciones. Ciento cincuenta hombres, mejor diré, ciento cincuenta héroes, guiados por el impertérrito general Páez, de propósito deliberado han atacado de frente a todo el ejército español de Morillo. Artillería, infantería, caballería, nada ha bastado al enemigo para defenderse de los 150 compañeros del intrepidísimo Páez. Las columnas de caballería han sucumbido al golpe de nuestras lanzas; la infantería ha buscado un asilo en el bosque; los fuegos de sus cañones han cesado delante de los pechos de nuestros caballos. Sólo las tinieblas habrían preservado a ese ejército de viles tiranos de una completa y absoluta destrucción. “¡Soldados! lo que se ha hecho no es más que un preludio de lo que podéis hacer. Preparaos al combate y contad con la victoria, que lleváis en las puntas de vuestras lanzas y de vuestras bayonetas”.
En la Batalla de Carabobo (24-6-1821) era integrante de uno de los regimientos de caballería de la primera división (Páez); allí rindió la vida. Eduardo Blanco, en Venezuela heroica, narra el momento cuando, herido de gravedad, Camejo compareció ante el general Páez y con voz desfalleciente le dijo: «Mi general, vengo a decirle adiós porque estoy muerto».
Excelente
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