Una de las actividades más desarrolladas durante la historia es la ganadería, se
prevé que se desarrolla desde el neolítico o edad de piedra y los animales que más se comercializan en este momento a nivel mundial son los ovinos, bovinos y porcinos. La ganadería anteriormente era vista como símbolo de poder. Hoy en día la ganadería es vista como una importante actividad económica, donde los empresarios ganaderos llevan un control de sus costos de producción y de inversiones, al igual que se ha empezado a medir la producción y la rentabilidad del negocio, gracias al pesaje de ganado.
Pero anteriormente la venta de ganado se hacía a “ojo”, con solo mirar el animal se estimaba un precio. La determinación "al ojo" era la forma mas común de evaluar el valor de los animales. Esta forma se encuentra estrechamente relacionada con el lugar de venta, el tipo de intermediario que opera y por ultimo la proximidad o posesión de una bascula. Probablemente, los pequeños ganaderos así como los carniceros son los mas aferrados aun al sistema tradicional de medir el ganado "al ojo". Las ventas por basculas están relacionadas con la disponibilidad de instalaciones adecuadas para tal fin y las facilidades para el transporte del ganado en pie, por lo que la negociación a ‘ojo’ es característica.
Cuando no se cuenta con báscula para pesar cada animal que se va a vender, toca a ‘ojo’, se mira y se calcula cuánto puede pesar y se le pone el precio, de ahí se debe entrar a negociar con el comprador. Esto es posible ya que por la experiencia con los mismos bovinos es algo que se hace de manera ágil, facilitando también el proceso de venta. Sin embargo, como se dijo al principio de este articulo, para poder medir las producciones en la ganadería de carne, llevar un control de los procesos productivos y realizar transacciones confiables se debe de pesar el ganado en una báscula ganadera. Ademas, otro punto a considerar es que mediante éste método los productores ya saben cuál es el peso real de sus animales, ya que antes tenían por costumbre aceptar el peso que les ponía el comprador ‘al ojo’, provocando que el productor o el comprador perdieran dinero, las transacciones no eran confiables y se perdía tiempo, confianza y dinero.
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