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lunes, 28 de mayo de 2018

Los Cantos de Trabajo

Los cantos de trabajo de los llanos representan un conjunto de expresiones inmateriales de la Orinoquía colombo-venezolana, asociado a las actividades de la ganadería. Esta tradición de más de 200 años tiene como principal acción cuatro variantes orales y sonoras: los cantos de ordeño, los cantos de cabrestero, los cantos de vela y los cantos de domesticación (silbos, gritos, llamados, japeos), todos interpretados a capella en las faenas de trabajo con el ganado tanto en las sabanas como en los corrales y, las fincas y los hatos. 

La comunidad portadora de esta tradición, definida en los llaneros, mujeres y hombres, se ubica en la gran depresión de la Orinoquia. Los trabajadores de fincas, hatos y fundos que desempeñan tareas en el manejo de reses, en rebaño (arreo) o individual (ordeño) se consideran los portadores primarios de esta manifestación cultural reconocida a nivel mundial. Los cantos de trabajo del llano se practican y se escuchan en Colombia, en la región de los Llanos Orientales, que comprende los departamentos de Arauca, Casanare, Meta y Vichada, y en Venezuela, en los Llanos Centro Occidentales, en los estados de Portuguesa, Cojedes, Barinas, Guárico y Apure. 


La región binacional la constituyen algo más de 500 mil kilómetros cuadrados. En esta extensión se adaptaron vacunos y equinos, junto con otras especies de animales domésticos, allegados con la presencia europea a partir del siglo XVI y constituyeron la base de una economía pastoril acondicionada a las condiciones geomorfológicas y ambientales del lugar. 



Los cantos de trabajo de los llanos colombo-venezolanos fueron reconocidos por la Unesco ingresándolos a la lista de Patrimonio Cultural Inmaterial Mundial. Además, esta manifestación compartida entre Colombia y Venezuela entra a esta lista con medida de salvaguardia urgente, lo cual demuestra la preocupación que existe dentro de la Unesco por la posible desaparición de esta manifestación cultural autóctona de los Llanos Orientales, siendo la octava declaratoria colombiana reconocida por la Unesco gestionada durante el actual Gobierno y en Venezuela se suman a la declaratoria de Patrimonio Inmaterial de la Humanidad de los Diablos Danzantes de Venezuela (2012), Parranda de San Pedro (2013), la tradición oral del pueblo indígena Mapoyo (2014), los conocimientos y técnicas tradicionales vinculadas al cultivo y procesamiento de la curagua (2015) y los carnavales de El Callao (2016). 

Con esta declaratoria Venezuela y Colombia universalizaron una tradición popular mantenida por siglos gracias a llaneros y llaneras, hombres y mujeres cuya faena diaria de ordeño acaricia la simbiosis con la naturaleza y exalta los recuerdos de la Patria forjada en las llanuras del Arauca. Es igualmente el compromiso de ambos gobiernos por resguardar la riqueza de esta manifestación cultural para las generaciones venideras, quienes podrán aprender el valor de la tierra a través de las melodías apacibles de la tonada 

En la Ciudad de Jeju, Corea del Sur, durante la decimosegunda sesión del Comité para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Unesco, realizada desde el lunes 4 al sábado 9 de diciembre de 2017, fue aprobada dicha inclusión, aclarando que se debe atender, de inmediato, los riesgos identificados en esta expresión cultural que evidencia las tradiciones compartidas entre Colombia y Venezuela.



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