Nacida en Madrid el 4 de octubre de 1944, María de los Ángeles de las Heras Ortiz, o Marieta como la llaman sus amigos, se puso Rocío Dúrcal el día que su descubridor y representante, Luis Sanz, le dijo que necesita tener un nombre corto para que la gente la recordara con facilidad. Ella se lo contó a su abuelo, tal vez la persona que más la admiraba y apoyaba, y éste le sugirió Rocío, “porque le recordaba al rocío de la mañana.” Pero al nombre le hacía falta un apellido, “muy español”, para más señas. Por eso la nueva cantante, recién rebautizada, cogió un mapa de España, cerró los ojos y el azar llevó su dedo índice a señalar un pueblo de la provincia de Granada: Dúrcal.
Sorprende que un país tan nacionalista como México haya aceptado al instante que una extranjera cantara acompañada por los mariachis. Quizá se debió a que entró de la mano de Juan Gabriel, uno de los principales compositores de la música mexicana. O quizá, simplemente, a la potencia de su voz, lo suficientemente recia y armoniosa para cantarle al amor, al desamor y a la alegría al más puro estilo ranchero.
Todo transcurría de manera aceptable para Marieta, hasta que el cáncer comenzó a invadir su cuerpo. Cinco años estuvo luchando contra él y, cuando parecía que iba a ganar la batalla, la enfermedad le dio el golpe mortal. Dio el último suspiro a los 62 años de edad, en su finca de Torrelodones, a las afueras de Madrid, la tarde del sábado 25 de marzo de 2006. La mitad de sus cenizas se quedaron en España y la otra mitad se fue a México.
Considerada como la «reina de las rancheras», es una de las mujeres de habla hispana con más ventas en la industria. En 2005, un año antes de su muerte, recibió el Grammy Latino a la excelencia musical.
Sorprende que un país tan nacionalista como México haya aceptado al instante que una extranjera cantara acompañada por los mariachis. Quizá se debió a que entró de la mano de Juan Gabriel, uno de los principales compositores de la música mexicana. O quizá, simplemente, a la potencia de su voz, lo suficientemente recia y armoniosa para cantarle al amor, al desamor y a la alegría al más puro estilo ranchero.
Todo transcurría de manera aceptable para Marieta, hasta que el cáncer comenzó a invadir su cuerpo. Cinco años estuvo luchando contra él y, cuando parecía que iba a ganar la batalla, la enfermedad le dio el golpe mortal. Dio el último suspiro a los 62 años de edad, en su finca de Torrelodones, a las afueras de Madrid, la tarde del sábado 25 de marzo de 2006. La mitad de sus cenizas se quedaron en España y la otra mitad se fue a México.
Considerada como la «reina de las rancheras», es una de las mujeres de habla hispana con más ventas en la industria. En 2005, un año antes de su muerte, recibió el Grammy Latino a la excelencia musical.
Grandes éxitos
No hay comentarios.:
Publicar un comentario