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Naiguatá

Naiguatá fue un cacique autónomo, de raza caribe, fue cacique de la costa cuyos vastos dominios comenzaban en los márgenes del río Anare —voz típicamente caribe— y alcanzaban, al pasar por Chichiriviche, hasta la región costeña hoy conocida como Puerto de la Cruz. Tenía parentesco cercano con la cacica Isabel, madre del conquistador mestizo margariteño Francisco Fajardo, a quien favoreció cuando éste llegó en 1555 al litoral y también en las 2 oportunidades siguientes, de 1557 a 1562. De haber sido subalterno o cacique de segundo rango su único superior hubiera sido Guaicamacuto, por poseer este mayor contingente de hombres y tierras mas ricas y feraces. Naiquatá actuó siempre solo.

Aguerrido, fuerte y en cierta manera romántico. Como rasgo curioso de su espíritu tenía verdadero amor por las gaviotas, por esto Naiguatá pasaba horas y horas contemplando embelesado a dichas aves, hoy desaparecidas del litoral guaireño. El cacique tenía poderes sobrenaturales, podía interpretar los ocultos mensajes de sus vuelos. Naiquatá expreso en cierta ocasión: “Si las gaviotas volaran de la región, estas tierras perderían inmediatamente todos sus encantos y todas sus riquezas; se harían pobres, áridas e inhóspitas”.  Fue uno de los caciques que acudieron con sus hombres al llamado de Guaicaipuro cuando a fines de 1567 o comienzos del año siguiente se propuso destruir la ciudad de Caracas. Pero Naiguatá y los demás caciques fueron derrotados por una hueste española salida de la ciudad, mientras aguardaban la incorporación de Guacaipuro. 

Cuando los españoles comandados por el capitán Rodríguez Suárez llegaron a sus tierras, Naiguatá los recibió con grandes demostraciones de hospitalidad, ofreciéndoles yuca, maíz y pescado. Un día sin embargo, uno de los soldados españoles disparó su arcabuz contra una gaviota y la mató. Al enterarse del hecho, Naiguatá se enfadó y exigió que le entregaran de inmediato al culpable para sacrificarlo en inmediato desagravio a la belleza y al poder esotérico de esas aves, pero como Rodríguez Suárez se negó a entregarlo, el cacique “amigo de las gaviotas” atacó en la noche su campamento e hizo prisioneros a todos los españoles. Cuando averiguó quién era el que había disparado a la gaviota, lo mantuvo como su prisionero y expulsó de sus dominios a los demás extranjeros. Encontrándose a punto de ajusticiar al soldado, una bandada de gaviotas sobrevoló el lugar. Naiguatá que sabía interpretar sus mensajes, comprendió que las aves habían venido a otorgarle su perdón al prisionero. Por tal motivo, el también lo perdonó y lo dejó ir tras advertirle que nunca más matara o maltratara una gaviota. Naiguatá murió de vejez años después, pudiendo conocer muchos de los cambios culturales que impuso el colonizador.


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