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Guaicaipuro


Fue un nativo indígena venezolano, jefe de varias tribus Caribes, con el título ‘Guapotori’ —Jefe de jefes— que nació en los Teques en el año 1530. Fue criado por Catuche. A los 20 años, luego de la muerte de Catuche, asume el mando, dando batalla y resistiendo con éxito por más de 20 años, desalojando varias veces a los invasores de las tierras caraqueñas, manteniendo a raya al gobernador Pedro Collado. A pesar de ser conocido hoy como Guaicaipuro, en los documentos del tiempo su nombre fue escrito como «Guacaipuro», de “guaica” púa e “pur” asada, también la partícula “guaica” equivale al nombre de un arma aborigen suerte de vara muy pronunciada en uno de sus extremos, así que en español ese nombre significaba “Púa Aguda” o “Púa Asada”. Se le conoce como “el último hombre libre de las selvas del mar océano” y fue un luchador y sin duda el mas firme opositor en contra de la invasión que nos hicieron las huestes conquistadoras venidas desde Europa encomendadas por el Rey de España. 

El área ocupada en nuestros días por la ciudad de Los Teques, fue poblada por varios grupos indígenas, las cuales contaban cada uno con su propio cacique. La tribu de Guaicaipuro, que abarcaba un área desde Turgua al este hasta donde hoy se encuentra San José de los Altos, al oeste, era una de las más grandes. Uno de sus hijos varones, Baruta, se convirtió también en Cacique y dominaba el área del actual municipio de igual nombre. Otras hijas de Guaicaipuro eran, al parecer, Tiora y Caycape, cuya madre era Urquia (mujer de Guaicaipuro) de singular belleza y especial altivez, se le recuerda como la de los “Ojos negros y profundos”.

Guaicaipuro formó una coalición de gran alcance en contra de la conquista española del territorio venezolano con diversas tribus que él condujo durante el Siglo XVI en la región central del país, especialmente en Valle de Caracas. Comando las tribus Caracas y Teques, poco a poco con mucho sacrificio también logro la jefatura de los araguas, los maracayes, los chaimas y los Mariches. Él dirigió, entre otros, a los Caciques Naiguatá, Guaicamacuto, Chacao, Aramaipuro, Paramaconi y a su propio hijo Baruta. 

Los españoles descubrieron oro en el área de Los Teques hacia 1560, y como comenzaron a poblar el sitio de las minas para extraerlo, Guaicaipuro, sintiendo su tierra invadida, atacó en su contra junto a otros caciques aliados, entre ellos Terepaima, forzando a los españoles a abandonar el lugar. Después del ataque, el gobernador de la provincia de Venezuela, Pablo del Collado, envió a Juan Rodríguez Suárez en 1561 para pacificar el área. Rodríguez Suárez, creyendo que había alcanzado su tarea al repeler a Guaicaipuro de la zona, deja el área al cuidado de algunos mineros y de tres de sus hijos, mientras exploraba los términos de Caracas. Una vez que los soldados españoles se marcharon del lugar, Guaicaipuro asaltó de nuevo las minas y mató a todos los trabajadores, así como a los hijos de Rodríguez Suárez. Inmediatamente después de eso, Rodríguez Suárez, que estaba en camino a la ciudad de Valencia, con el propósito de reunirse con los españoles leales al rey que intentaban detener al caudillo rebelde Lope de Aguirre (conocido en Venezuela como El Tirano, de los conquistadores del Perú, venido por el Amazonas en 1561 y alzado contra la Corona), fue emboscado por Guaicaipuro y el cacique Terepaima que le dieron muerte durante su trayecto. Iba con un contingente reducido de seis soldados.

Al efecto, en la “Historia de Sur América” escribe Lozano-Díaz: “Guaicaipuro causo no pocos sin sabores a los conquistadores españoles, hasta el extremo de que la invasión de Lope de Aguirre en 1561 tubo a punto de tener consecuencias fatales para las tropas de la Corona de España, pues Rodríguez, queriendo ir en contra del corsario y rebelde Aguirre, que había desembarcado en Borburata, tropezó en las montañas de las Cocuizas con las huestes de Guaicaipuro y fue destrozado y desbaratado…”. Después de estos sucesos, Guaicaipuro se convirtió en la figura principal y central en la sublevación de todas las tribus nativas de la provincia de Caracas, y logra unirlas a todas bajo su comando. En 1562 Terepaima derrota a una fuerza expedicionaria conducida por el capitán Luis de Narváez, matándolo a él y a 150 de los expedicionarios. Debido a los ataques feroces por parte de los indígenas, los españoles se retiraron lejos del área hacia la isla de Margarita por varios años.

En el mes de julio de 1567 se llevó a cabo la batalla de Maracapana (algunos afirman que la batalla se extendió hasta lo que es hoy Catia, territorio de un jefe del mismo nombre), en la que fue derrotada la confederación indígena creada por Guaicaipuro. Ese día según la consulta de algunas fuentes primarias, unos 14 mil indígenas, se transaron en combate por 13 horas con un cuerpo expedicionario colonialista ligeramente superior en hombres (cerca de 18 mil) equipados con armas de fuego, caballos, entrenados y apertrechados y con una mejor disposición espacial de sus fuerzas, y quienes lograron descubrir el plan de ataque del jefe indio producto de una delación. Con el aplastamiento indígena, dada la superioridad tecnológica y la asimetría militar, se obligó a los jefes y chamanes, pobladores originales de estas tierras, a firmar la rendición incondicional, el 25 de julio de 1567. Los 23 principales caciques (además de unos 300 jefes de naciones más pequeñas), sus familiares más cercanos y algunos lugartenientes (casi 2.000 personas), fueron empalados hasta la muerte y sus cadáveres expuestos al sol por un año. Claro, con las mujeres y los niños hubo un tratamiento especial: fueron lanzados a los perros de caza o sirvieron como dianas para el tiro al blanco.

Poco después de vencer en la Batalla de Maracapana, el capitán Diego de Losada entra al valle de San Francisco y ese año o el siguiente puebla la ciudad de «Santiago de León de Caracas». Los españoles se preocuparon por la cercana presencia de Guaicaipuro y de sus hombres y, dada la fama de sus ataques hacia los conquistadores, decidieron no esperar un ataque de él, con lo que, como movimiento preventivo, Diego de Losada encomendó al alcalde de la ciudad, Francisco Infante emprender la misión de capturar a Guaicaipuro y ‘pacificar’ a los otros Caciques.

Guaicaipuro aspira a ocupar Santiago de León de Caracas. Con alientos, con temeridad inaudita, logra vencer en Macario. Una tarde sorprende las avanzadas de la naciente villa, pero no logra a pesar del heroísmo derrochado dominar en el perímetro de Caracas, como trofeo de aquella acción le queda sin embargo la espada de Rodríguez Suárez: la espada del conquistador audaz. Poco después intenta denuebo el ataque pero es frustrada por la llegada inesperada de copiosos refuerzos venidos de las cercanas Antillas. Entonces Guaicaipuro se retira a sus inexpugnables dominios: a Los Teques. Allí se propone organizar denuebo su maltrecho ejército para recomenzar la lucha.

A fines de 1567 o inicios de 1568 Francisco Infante y sus hombres conducidos por guías nativos que habían sido chantajeados, dieron con el paradero de la choza de Guaicaipuro, en las cercanías de Paracotos. Según la leyenda, Guaicaipuro prendió fuego a su choza y se suicidó antes de permitir que los españoles lo encontraran con vida. Sin embargo, la otra versión sobre su muerte, que es la que ofrece el historiador José de Oviedo y Baños en su obra publicada en 1723, narra que los españoles localizaron el bohío o caney de Guaicaipuro, en el pueblo de Suruapo donde habitaba, tras una larga batalla por su vida, los españoles, imposibilitados de entrar a la choza, decidieron lanzarle una bomba de fuego sobre el techo de paja, obligando con ello a salir a Guaicaipuro que exclama lo siguiente:

“Ah, españoles cobardes, porque os falta valor para rendirme os valéis del fuego para vencerme: Yo soy Guaicaipuro a quien buscaís, y quien nunca tuvo miedo a vuestra nación soberbia”.”

Sale de la choza para enfrentarse contra los españoles y perece luchando con la espada que le había ganado a Rodríguez Suárez.

El mito de la inmortalidad y las apariciones milagrosas de “El Gran Chamán”, era comúnmente aceptado entre los indígenas rebeldes y servía como inspiración unificadora. A tal punto que montaban en un caballo a algún indígena muerto y los vestían de cacique gritando “viene Guaicaipuro”, y esto hacía correr a las tropas españolas.

Los restos de Guaicaipuro fueron trasladados al Panteón Nacional de manera simbólica, el 8 de diciembre de 2001, asignándole un espacio junto a los próceres de Venezuela, encabezados por Simón Bolívar, el Libertador.

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